viernes, 9 de marzo de 2012

MORAL


La capacidad de sentir vergüenza es una buena brújula moral.

La vergüenza acecha al calor del pecado, pilar de la religión. Solo nos sentimos avergonzados al comportarnos de un modo no aceptado por un grupo determinado, al cometer pecado.

“La moral sin religión carece de base” con el celebre pensamiento del ilustre Bolívar se reafirma la importancia asociativa entre el opresivo pensamiento cristiano y la contradictoria moral presente en el. El ser humano lleno de miedos internos y contradicciones, se sintió obligado a crear ciertos códigos de vida en base a convicciones generalizadas de una manera egoísta.

La vergüenza se siente al estar conscientes de haber faltado a  las reglas de vida que “debemos” tener presentes en nuestro día a día. Pero estas reglas de vida no pueden interferir con nuestra naturaleza humana, como es de esperarse. Irónicamente nos avergonzamos de lo que somos y de lo que sentimos. Buscando ser de otro planeta, como conquistadores acabando de llegar, desnaturalizamos nuestra esencia, temerosos de perder el control de los sentidos y de nuestra alma, dándoles una dirección ficticia que solo nos lleva a una cruel contradicción.

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